Segunda y última parte del retrato de Panait Istrati por Golo, donde descubrimos al hombre que se convirtió en escritor gracias a Romain Rolland, que lo apodó como el “Gorki de los Balcanes”. Como compañero de viaje de los comunistas, permaneció en la URSS y, a su regreso, fue uno de los primeros en denunciar, para consternación de los estalinistas, la realidad del régimen soviético. Calumniado y arrastrado por el barro, Panait Istrati será considerado un “burgués romántico”, un “anarquista rudo”, y un “agente provocador” a sueldo de las fuerzas capitalistas.
Hijo de una lavandera y un contrabandista asesinado cuando aún era un niño, Istrati es un vagabundo sediento de literatura y que maneja varias lenguas como el turco, el griego y el francés. Producto de la Europa cosmopolita del cambio de siglo, Istrati viaja constantemente ocupándose en los oficios más miserables y construyendo, poco a poco, una reputación literaria hoy un poco olvidada.