Cuando Lapinot se despierta en medio del bosque, no puede creer lo que ven sus ojos... un hombre grande, con trenzas, vestido a rayas azules y blancas y con un casco, le llama: “¡Asterix!”. Lapinot, incrédulo, ignora a este curioso personaje y continúa su camino. Pero un desafortunado encuentro con una patrulla romana y el empeño de Panorámix -que obviamente le hace beber la poción mágica- terminan convenciéndole: parece que, efectivamente, ha sido teletransportado al pueblo de los irreductibles galos. Y curiosamente, ¡incluso Tutatis anda por allí!