Justo cuando Seiichi ha decidido poner fin a su vida, recibe una llamada de la policía en la que le comunican que tienen a su madre en acogida. Seiko, que lleva 20 años sin ver a su hijo, no lo reconoce, del mismo modo que no se reconoce a sí misma, y se limita a repetir preguntas y respuestas sin ton ni son. Sin embargo, en un punto de la conversación con Seiichi, de repente, recupera la memoria. Seiichi, incapaz de controlar la rabia durante tanto tiempo contenida, está a un paso de pegarle un puñetazo... pero no llega a ejecutar la amenaza y lo que hace es alejarse. No obstante, los sentimientos que han despertado en lo más profundo de su ser crecen a cada día que pasa, hasta que decide volver a visitar a su madre a su casa. Allí le espera un abismo espantoso... Para los dos es el inicio de una larga, larguísima noche.