Todos alguna vez hemos tenido que decir adiós a un ser querido. Esa situación nos crea incertidumbre y tristeza, y lo que menos nos apetece es pasar el día en un lugar tan poco acogedor como un tanatorio. Mario, el autor de esta novela gráfica, vivió ese doloroso momento a punto de cumplir dieciocho años al tener que despedirse de su abuelo, una pérdida que supondría el comienzo de su madurez. Pero lo que amenazaba con ser un día horrible fue tenuemente iluminado por los recuerdos que vivió junto a él. A través de esta historia, Mario no quiere despedirse, sino que quiere recordarlo para siempre.