Poco a poco Elva va descubriendo la verdad sobre el objetivo de Letti y los demás, lo que piensa el señor feudal, el compromiso y dedicación de los sacerdotes...; siente como una herida se abre en su interior y Alto, a pesar de todo, lo ama incondicionalmente, de ahí que confíe en él, deseando un contacto mucho más estrecho. Mientras, Rauna, una de las mitades que ocupa el puesto de sacerdote del este, le pregunta a Alto con curiosidad por qué el oscuro mar no lo asalta y es capaz de sanar las marcas oscuras.
En este cuarto tomo toda la base se tambalea y surgen ciertas revelaciones.